En sus Memorias sobre el Pauperismo, Alexis de Tocqueville reflexionaba sobre la miseria que había podido observar en sus viajes por Europa y Estados Unidos. Le preocupaban especialmente las bolsas de pobreza que, en las ciudades de Inglaterra, convivían con el imponente desarrollo industrial británico de principios del sigle XIX. Tocqueville no dudaba que las masas de pobres, excluidas de los beneficios de la industrialización y el crecimiento econòmico, debían recibir algún tipo de ayuda. Consideraba imprescindible que la limosna privada facilitara recursos a los pobres para hacer su supervivencia más llevadera. A través de la limosna y de la filantropía, los ricos generarían el agradecimiento de los pobres y, en consecuencia, una mayor cohesión social. Un efecto claramente más deseable que el de la caridad institucionalizada, una institución que, desde el punto de vista liberal, promovería la vagancia y el parasitismo entre los pobres.

822816_1Con el programa de “Entre todos”, parece que Televisión Española se ha propuesto demostrarnos que la limosna privada y el posterior agradecimiento de sus beneficiarios son el cemento sobre el cual construir cohesión social. Visto el deliberado abandono por parte de las instituciones de las personas y colectivos más vulnerables de la sociedad, ¿qué mejor que confiar en la limosna para sacar del atolladero a una cuantas familias que, seleccionadas siguiendo criterios televisivos, se presten a airear sus problemas en antena? Reproduciendo el formato que ya funcionaba en Canal Sur (también un canal público) con el nombre “Tiene Arreglo”, el programa presentado por Toñi Moreno expone en antena a una familia desesperada que tras explicar sus problemas recibe en directo las llamadas de benefactores que ofrecen donativos económicos, puestos de trabajo, ropa y juguetes para los niños… Cualquier cosa que la agradecida familia tenga a bien pedir a través de la pequeña pantalla.

El programa tiene poco de servicio público. Sus defensores, que no faltan, afirman que su objetivo es poner en contacto las necesidades con potenciales benefactores que, gracias a su emisión, encuentran como canalizar su solidaridad. Pero la lógica econòmica que se impone a los servicios sociales públicos o a las ONG de asistencia social. “Entre todos” no soportaría ningún análisis coste beneficio por benévolo que fuera. Para que algunas familias reciban una ayuda circunstancial, RTVE se gasta por programa 30.000 euros, y su presentadora, Toñi Moreno, ingresa la friolera de 175.000 euros por temporada. Con este despliegue de medios, las familias que salen a la palestra y solicitan públicamente la limosna de los televidentes, obtienen, tras firmar un contrato de cesión de imagen que incluye a los menores, una lista con los contactos de potenciales donantes para llamarles personalmente tras acabar la emisión.

Mariola Cubells, periodista conocedora de los entresijos de la basura televisiva y que ha criticado públicamente en numerosas ocasiones a “Entre todos”, denunciaba hace unos días que los y las protagonistas del programa, tras recibir en antena ofertas de empleo y promesas de donativos y ayudas varias, empiezan el periplo de llamadas y se encuentran con propuestas de trabajo inaceptables por su precariedad o por condiciones incompatibles con su situación familiar o con individuos que tras su minuto de gloria en antena esquivan sus llamadas y jamás materializan su colaboración. A pesar de su presupuesto, la maquinaria del programa se limita a elegir los casos más televisivos y ofrecer el mejor espectáculo. No hay apoyo ni seguimiento alguno de la realidad cotidiana de las personas que, en su desesperación, se acercan a la televisión buscando una oportunidad.

Pero el impacto de este formato va más allá del brutal desperdicio de recursos públicos. Se proyecta una ideologia de la pobreza de acuerdo con los valores liberales. Vivir situaciones de pobreza es un problema individual cuya solución pasa por el apoyo puntual de otros individuos. En la narración de las historias familiares siempre aparece la imprescindible ética del trabajo. Los y las aspirantes a la compasión se esfuerzan en demostrar que no son aprovechadas, que son víctimas de la crisis, de la enfermedad, de las desgracias personales… pero que tienen ganas de trabajar. Las personas que optan a recibir limosnas deben demostrar en pocos minutos que son dignas de confianza y que saldrán adelante, consolidando así la frontera que separa los “buenos pobres” de los vagos y maleantes que acechan a los ciudadanos de bien para acaparar sus donativos.

El entusiasmo con que se reciben los donativos da a entender que van a cambiar sustancialmente la vida de los hogares receptores. Con ganas de trabajar y con el apoyo de todos (recordemos el título del pograma), se sale adelante. Pero la intervención social es mucho más compleja. Los problemas de exclusión del mercado de trabajo, los costes inasumibles a largo plazo de la dependencia de un familiar, o la ruptura de redes de apoyo sociales y familiares, no se solucionan a golpe de llamada telefónica que, para mayor despropósito, no tiene porqué convertirse en un donativo real. La mayoría de las problemáticas expuestas requieren, en el mejor de los casos, un acompañamiento social a medio plazo que no se va a producir.

La única función social que cumple “Entre todos” es mantener los puestos de trabajo de las personas empleadas por la productora Proamagna, propiedad de Pablo Carrasco (antiguo director de Radio Televisión de Andalucia), a costa de 3,68 millones de euros por temporada, procedentes de las arcas públicas, y llenando los bolsillos de personajes como el propio Carrasco o la presentadora Toñi Moreno.