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En los años 90, los primeros escándalos relacionados con las condiciones de trabajo en las cadenas de suministro globales de la industria de la moda se centraban en revelar la explotación de trabajadores y, sobre todo, trabajadoras menores de 16 años en países como China, la India o Pakistán. A raíz de aquellas primeras denuncias y de la alta sensibilidad mostrada por la opinión pública de los países ricos ante la presencia de menores en fábricas insalubres, las marcas internacionales han hecho grandes esfuerzos para evitar situaciones en que se pueda relacionar su imagen con el trabajo infantil.

Sin embargo, la explotación infantil en el sector no es una realidad que se pueda considerar erradicada. En las largas cadenas de subcontratación existen talleres y fábricas que aún tienen entre sus trabajadoras y trabajadores, chicos y chicas de menos de 16 años. En Marruecos, por ejemplo, las obreras entrevistadas en la última búsqueda de la Campaña Ropa Limpia española explicaban que durante el período de vacaciones escolares muchas niñas se incorporaban a las factorías como aprendices, realizando las mismas tareas que las trabajadoras adultas pero cobrando sólo un 40% del salario mínimo.

Las últimas denuncias globales por explotación infantil están relacionadas con los informes publicados por SOMO (Centro de Investigación sobre Empresas Transnacionales por sus siglas en Holandés) y el ICN (el Comité Indio de Países Bajos) durante el 2011 y el 2012 sobre la situación a las fábricas de Tamil Nadu, en la India. Los documentos “Captured by Cotton” y “Maid in India”, las organizaciones neerlandesas, conjuntamente con organizaciones locales de defensa de los derechos humanos denunciaban que cientos de miles de niñas estaban trabajando en esa región bajo un régimen llamado Sumangali que consiste en pagar a mujeres jóvenes una suma de dinero que se utilizará para una dote al final de un período de tres años. Supuestamente, las trabajadoras disponen de lo necesario para vivir y acumulan horas de trabajo para poder pagar una dote que garantice un buen casamiento. El resultado acaba siendo una situación que puede ser calificada de trabajo forzado. Las trabajadoras, extremadamente jóvenes, son sometidas a largas jornadas laborales, en centros de trabajo insalubres y por salarios irrisorios, incluso si comparándolos con el mínimo legal de la zona.

Empresas internacionales como Marks & Spencer, Diesel, Ralph Lauren, o Quicksilver, han intentando desmarcarse del asunto a pesar de aparecer en los informes. Otras como las españolas El Corte Inglés, Cortefiel (Springfield) o Inditex, que tienen como proveedora una de las fábricas investigada por SOMO en “Captured by Cotton”, una factoría llamada Eastman Exports, han declarado públicamente su compromiso en la lucha contra la explotación infantil y la práctica del Sumangali. En 2011, estas empresas afirmaban que ninguno de sus proveedores mantenía este sistema de relación laboral. Inditex, por su parte, afirmó taxativamente que sus adutories le garantizaban que ninguno de sus proveedores mantenía el Sumangali. En la investigación del informe “Maid in India”, SOMO y el ICN identificaron producción para Pull and Bear (marca propiedad de Inditex) en la Eastman Exports. Aunque Eastman ha abandonado este sistema, en la investigación se documentó que la fábrica contaba con trabajadoras de 14 y 15 años y que durante algunas épocas punta de trabajo se habían registrado turnos de más de 24 horas seguidas.

Más información en la página web de SOMO: http://somo.nl/publications-en/Publication_3818