Ayer, el Secretario de Estado de Seguridad comparecía ante la prensa para actualizar los datos acerca del avión estrellado en los Alpes. El Secretario de Estado informaba a la prensa de que no eran 51 sino 50 las “víctimas españolas” ya que en un primer momento la familia de un de las personas difuntas había afirmado que era española a pesar de que, tras 20 años en el país, no había adquirido la nacionalidad. ¿De verdad esta informacion es relevante? ¿No debería importarnos un carajo si eran españolas, catalanas, andaluzas, altas, bajas, gordas, flacas, negras, blancas o verdes?
Puedo entender que desastres de este tipo nos impacten más cuando ocurren cerca. Cuando las víctimas tienen formas de vivir parecidas a las nuestras. Cuando hablan lenguas conocidas… En fin, puedo llegar a entender que el revuelo mediático sea mayor cuando se estrella una avión que cubre el trayecto Barcelona- Dusseldorf que cuando cae un avión en Àsia o cuando un edificio de Bangladesh cae matando a más de 1000 obreros y obreras. Me cuesta… pero lo puedo entender.
Puedo entender, que cuando ocurre una tragedia lejos de casa, nos preocupemos por si hay entre las víctimas personas potencialmente cercanas y que, en consecuencia, queramos información sobre su nacionalidad o su lugar de residencia habitual.
Pero estamos hablando de una avión que salía de Barcelona. ¿Qué tipo de enfermizas identidades pueden llegar a convertir en importante el asqueroso DNI? Sin duda, las mismas que llevaron a algunos dementes a celebrar que parte de las personas muertas fueran catalanas.